Viaje al pasado antes de convertirte en vegetal

Cómo la innovación está creando la alimentación del futuro

Tienes 142 años. Estás en tu casa en una aldea perdida en el norte de Huesca y fuera, bajo el sol abrasador de una tarde de invierno solo hace 32 grados. Es una mañana inmejorable para hacer de anfitrión. Han venido a comer viejos amigos pese a que algunos aún no han llegado a la centena. Como suele pasar, no han sido muy detallistas y no han traído vino. Es una costumbre que te encantaba cuando tenías 40 y que te apena que ya no se haga.

Eso sí, ninguno ha olvidado sus cascos holográficos 6D y sus microdosis de Dopaminol, una droga legal que a partir de los 95 puedes comprar sin receta. No está mal sobre todo si estás con amigos pero hay veces que se te desencaja la mandíbula de tanto reír. Según que para qué cosas no está mal que se te desencaje la mandíbula… pero no suele ser agradable.

Os sentáis en la mesa y empezáis el ritual de ofrecimiento de viandas a Monesvol, el Monstruo de Espagueti Volador y dios del Pastafarismo que acabó por convertirse en la religión oficial de los Estados de Infernalia después de la guerra de los 30 minutos del 2028 entre la Confederación de todos los Merca China y el eje de los Estados Unidos de Trump. Esa guerra afectó a todo el mundo, incluso a los que no fueron perjudicados por la llegada en el 2027 de GOG, el asteroide que destruyó un tercio del planeta.

No se sabe quién ganó la guerra ya que fue una guerra cibernética y la población mundial en general ni se enteró. Tú estabas jugando al Alyx en tu casa con tus gafas de realidad virtual Meta Quest III así que estabas más feliz que feliz. Quien te iba a decir décadas después las vías de desarrollo transhumanistas a las que se llegaron con ellas y la (sex)volución de lo que empezó siendo «unas gafas para realidad virtual».

Le pides a tu mujer de 140 años que se acerca a la mesa después de estar en el baño poniéndose la dentadura de esmalte de titanio si puede pasarte una botella de vino de las que tenéis escondidas para ciertas ocasiones. Esta reunión lo merece.

Abres la botella y te llenas un chato de vino bien copado solo a ti. Dejas la botella a tu lado, le pones un tapón antibeodos y haces una mueca como de «Así son las cosas chicos». Es una botella para ocasiones especiales, lo que no quiere decir que se tenga que compartir. Que hubieran traído sus botellas de vino.

Tu mujer te mira con cara de «Yo paso» y empezáis entre los dos a repartir la comida. Hoy a ti te ha tocado un bistec vegetal hecho con una impresora nuclear 3D de Novameat. Esa tecnología se patentó a principios del siglo XXI y automáticamente te vienen recuerdos de esas épocas.

Te quedas pensativo. Muy pensativo. Intentas recordar esos años en los que la innovación alimentaria estaba muy en auge y cada cierto tiempo se desarrollaban patentes nuevas y alimentos basados en plantas que te dejaban con la boca abierta y el estómago satisfecho. Intentas recordar, pero no lo consigues. Ya eres un señor de 142 años, no estás para darle tanto al coco. Te resignas y piensas que ojalá pudieras ver aunque solo fuera un vídeo de esos momentos. Esas decisiones. Esas innovaciones. Esos «locos» que contra corriente lucharon y ganaron la batalla al genocidio animal con la lógica y además, de forma sabrosa y nutritiva.

Este es uno de los vídeo que mi yo del futuro estaría buscando y disfrutaría recordando.

Barthestudios

Soy una persona de mente clara y calva reluciente con una incontrolable ansiedad por buscar el juego de palabras perfecto, la situación ambigua convertirla en ingeniosa, transformar frases normales y recitarlas en prosa, hacer chistes por doquier como quien no quiere la cosa... y no la puedo controlar.

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